Baileyi

sábado, 14 de abril de 2007

Camino


Los caminos se andan, paso a paso.


Cada paso en la vida te puede colmar de felicidad absoluta, estar pletórico porque ese paso que has dado, es el primero de los que quedan. Siempre es el primero. Los importantes son los que quedan, pero ese instante de felicidad abrumadora, de goce total de la vida, de sentirte unos segundos aislado de felicidad y alegría, eso es lo que alimenta el siguiente paso.


Es difícil expresarlo. En este instante en que escribo, yo me siento así, envuelto de felicidad. Creo que en la existencia de un ser humano hay unos pocos momentos así, cada uno por una razón y por un sentimiento concreto. Personalmente, en los últimos meses, he tenido una avalancha de ellos.


Me siento un poco egoista, pero no me importa serlo.


Fernando

viernes, 13 de abril de 2007

Gaseoso

Estoy convencido que el amor es gaseoso, es invisible, y llena todo el espacio de que dispone. Cuando nace, lo ocupa convenientemente, y te parece que ya está llena tu alma, y efectivamente, lo está.

Lo curioso es que este amor que va creciendo con el tiempo, ocupa el mismo espacio disponible. Entonces es cuando experimentas que la presión del sentimiento aumenta, aumentando con ello tambien la alegría del espíritu. Y vuelves a creer que está llena el alma de ese amor, y efectivamente, lo está.

crees que no puede crecer más, por el hecho de que lo inmenso no tiene superlativo. Y te equivocas, crece más, llena más y más el mismo espacio. La presión es alegría. Y es absoluta. Y te sientes pleno. Y feliz.

Y efectivamente, lo estas.

Fernando

miércoles, 11 de abril de 2007

Ojos de gato


Encontábame ocioso, mirando a la nada, cuando un ruido trágico me sacó de mi ensimismamiento. Mi gato había roto, una vez más, un elemento decorativo que se interpuso en su caminar por las alturas.

Era inútil. Para que avisarle de nuevo. Él sabía que había hecho mal, y corrió a esconderse, o como mínimo, desaparecer. Recoger los trozos, una vez más. Y una vez más protestar entre dientes.

La culpa era mía, yo era el que no evitaba el desastre, confiaba despues de cada rotura, se enmendara y no volviera a las andadas. Confiaba en que esquivaría las figuritas, que había aprendido a no romper lo que no le molesta, a que estaba mal hecho, porque de una manera u otra había sido avisado. Pero no, una vez más. No volvería a confiar en él, en su buen criterio.

Al cabo de unos minutos, se asomó y me miró, con esa expresión de " perdona, ha sido sin querer", ronroneando, preguntándo con la mirada si realmente era tan terrible el asunto. Se acercó, poco a poco, tenso, esperando la reprimenda, diciéndome con su actitud " no volverá a pasar". Al fin, le acaricié con desgana.

Acaba romper otra figurita. Ya digo, la culpa es mía.

Fernando